PROBLEMA DE OMBLIGOS
Son muchos los meses, puede decirse que ya años, los que
llevamos inmersos en una sociedad convulsa. “La calle”, como algunos la llaman,
se muestra cada vez menos apacible y complaciente para quienes tienen la fuerza
del poder y deben recibir las “balas” de los espasmos de indignación que
nuestro mundo nos obliga a sufrir.
Desde hace mucho tiempo, políticos, gobernantes,
instituciones, banqueros… han recibido los golpes de la desesperación de una
sociedad que se encuentra ahogada por el destino que algunos les han obligado a
vivir. La ingente cantidad de recortes sociales y reformas totalmente
desalmados e injustificables, no son más
que nuevas chispas que surgen junto a una bolsa de combustible, mezcla de indignación
ante lo que pasa y de lo que hemos tenido que padecer de nuestros gobernantes.
El pensamiento de que los políticos están alejados de “la
calle”, de que la política es un mal de nuestro siglo, se ha adueñado de las
mentes de todos nosotros y amenaza con volver patas arriba un sistema que, ya
desde hace años, ha venido haciendo aguas. Muchos dicen que el problema de los
políticos es que viven más pendientes de sus ombligos que de lo que le ocurre a
“los ciudadanos”, como ellos llaman, en un afán inconsciente de sentirse
separados del mundo.
Es bastante habitual ver al “político” que, ante un
ataque de la ciudadanía o una crítica, se enroca tras el muro del descrédito
contra el interlocutor. Para nuestros dirigentes, la mayoría de las veces, la
mejor defensa suele ser un buen ataque, aunque esa defensa no aporte soluciones
a problemas que nos están robando la vida a todos. A menudo, lo más importante
para los partidos políticos suele ser eso que se suele llamar “salvar los
muebles”.
Pero quizá sería positivo, pensar el porqué de esa
sintomatología. Probablemente lo más inteligente sería pararse a consultarse a
uno mismo qué hay de cierto en estas afirmaciones y qué soluciones podrían
advertirse tras un horizonte lleno de nerviosismo y descontrol.
Es evidente que vivimos tiempos de mucha desorientación y
de una búsqueda constante, tanto dentro como fuera de las instituciones; pero
la respuesta que esperamos todos los ciudadanos no es una declaración de
intenciones, no queremos que nuestros dirigentes digan que van a hacer algo,
queremos que lo hagan. Queremos ver actuaciones valientes, con apuestas
decididas por otra manera de actuar. Queremos “notar en la piel” que cuando un
político o dirigente actúa, lo hace con el único interés de provocar en nuestra
sociedad el “bien común”. Queremos que nuestros dirigentes se olviden de las
cámaras, de las propagandas, de las estadísticas electorales… y salgan a la
calle a pecho descubierto a solucionar problemas… o al menos a atenderlos y
comprenderlos. Necesitamos claridad, sinceridad, que nuestra clase política se
renueve y que se convierta en verdadera protagonista del destino de nuestro
país. No olvidemos que las reglas del juego continúan funcionando porque
nosotros, los ciudadanos queremos que sigan funcionando. Todo puede cambiar de
un plumazo. Los ciudadanos debemos sentir legitimidad en las medidas que se
adoptan y, por ahora, nada más alejado de la realidad.
No se equivoquen cuando lean mis palabras. No soy uno de
esos que tachan de irresponsables o que se autodenominan “apolíticos”. Jamás
pensaría una cosa así. Yo me considero político, pues desde que decido
levantarme por la mañana e ir a trabajar (por fortuna tengo trabajo), aporto a
esta sociedad una visión particular de cómo interpretar el mundo y actuar en
consecuencia. Todos somos políticos y, por tanto, tenemos la responsabilidad de
dotar a la política de la dignidad que, algunos, una pequeña parte de la clase
política, se ha encargado de enterrar, preocupándose demasiado por sus
problemas. Señores, esto, no es más que un problema de ombligos y se soluciona
levantando las cabezas.
José Miguel Delgado Trenas
Coordinador de la Plataforma Andaluza para la Defensa del sistema Público de Dependencias y Servicos Sociales.
José Miguel Delgado Trenas
Coordinador de la Plataforma Andaluza para la Defensa del sistema Público de Dependencias y Servicos Sociales.